Resignación
Volver a las poesías desacertadas
Todo cuanto me dijiste,
hizo que mi alma quedara ensombrecida,
como, si detrás del ocaso,
ya no hubiera más amaneceres.
Mi mundo cambió de repente,
sin sentido, ya nada importaba,
el círculo perfecto, que juntos formábamos,
quedó roto, pero jamás quedará vacío.
Quisiera sentir, cada uno de tus alientos,
como parte de mi alimento,
y aprovechar cada segundo
que nos siga brindando el rey astro.
Mi coraza se volvió impenetrable,
para ayudarme a combatir,
este incurable temor,
que surge del temor, de perderte.
Oculté mis llantos a tu sonrisa,
pues sólo quise recordarte feliz,
como siempre fuiste.
¡No sabes cuánto te echaría de menos!
Nada te dije para que por mi no sufrieras,
solíamos alimentar nuestro fuego
con un «y yo a ti más».
Nada vale la pena si no estás aquí.
Las fieles frutas,
del árbol que junto plantamos,
cada vez más,
me traen recuerdos de ti.
De tu ser,
de tu filosofía de vida,
de tu fuerte naturaleza,
hermoso legado.
La envidia también es cosa de dioses,
No parecen comprender
cómo se puede querer así,
así como tu y yo nos quisimos.
Así, como aún te sigo queriendo,
Así, como aún te sigo sintiendo.
Ahora, mi guitarra sólo habla de la melancolía
que prima a mi alrededor.
Tantos puentes,
aún por cruzar en tu compañía,
tantas cajas vacías esperando a ser llenadas,
de anécdotas hechas poesía.
El libro de los pequeños disfrutes
se quedó esperando,
tus letras y mis recuerdos.
No quiero ser presa de la resignación.