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¿Qué me dices?

No había más salida, ni otro camino que poder tomar, tampoco podía retroceder. Y con todo, su pretensión: seguir avanzando. El corpulento Nemesio lo encaró. Parecía querer agredirle, mas él ni se inmutó. La oscura noche, tal vez, evitó que ambos mostrasen el miedo que portaban en aquel instante.

—Me han hablado de ti, Oriol —se atrevió a decirle—. Sé bien que nadie te llama así. ¿Verdad? —Nemesio lo cogió por el cuello, él no se defendió, solamente prosiguió hablando—. Se te conoce por “hijo del diablo” o Nemesio. Esa fría mirada, esa corpulencia, esa maldad que dicen que tienes —Nemesio, sin hablar, abrió la boca dejando salir su rabia y su mal aliento—. Esos dientes negros tienen la culpa de tu desdicha, Oriol, de que todos te repudien. Pero nunca te han visto como yo te he visto —Nemesio lo soltó—. No eres malo, Oriol, simplemente has tenido mala suerte. Todos te desprecian, y no te queda más, como a todos, que sobrevivir. No eres ningún lobo, solo un cordero asustado.

Nemesio se apartó del desconocido, observó todo cuanto le rodeaba; las sombras de las murallas se habían alejado de aquellas y la luna apenas ofrecía resistencia a las nubes, pronto llovería. Luego lo miró, jamás tuvo acercamiento a él. Retrocedió unos pasos y lo contempló: alto, aunque no tanto como él; de complexión recia, pero delgado; la tenue luz le impedía discernir el color de su cabello; nariz imperfecta y algo prominente; poco enjuto en apariencia, aunque su verborrea delataba todo lo contrario; su corta respiración mostraba a un tipo sereno y seguro de sí mismo, y con la misma cara de mala leche que él.

—No te conozco —concedió Nemesio—, pero he oído hablar de ti, y mucho. Eres Roque: déspota, arrogante, despiadado y sangriento. El mal genio reluce en tu rostro, y siempre con ganas de vendetta. Dicen que te crio una bruja…

—La misma que a ti —le cortó Roque— te amamantó, Oriol —Nemesio permaneció inmóvil ante el insulto—. Pero ambos sabemos que ni lo uno ni lo otro. Lo único que aquí es cierto es que necesito tu ayuda. ¿Qué me dices?

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