• PALABRERIA

    El escarabajo

      «Un, dos, tres…», yo iba con mi «un, dos, tres…». Mi Hugo, miraba a los caballos, se regocijaba y reía tan solo por la presencia de estos. Siempre lo he visto feliz, riendo y sonriendo, pero nunca de esa forma tan… extraordinaria. El caballo al que nos acercamos también parecía feliz con su presencia (la de mi Hugo), pues no dejaba de mover la cabeza y una de sus patas delanteras. Tal vez fuera eso lo que tanto alegró a Hugo. Mi simple argumento; mi «un, dos, tres…», parecía haberse desvanecido ante su felicidad. Ella; su madre, en cambio, prestaba atención a otros menesteres (soy incapaz de precisarlos). El…

  • blog literario

    Del verbo «Perjudicar»

      No hay cosa que como escritor (o como lector) deteste más que una mala corrección. Excepto una redundancia innecesaria en el texto (que no es lo mismo que el pleonasmo, también reprobable, aunque se da más en la comunicación verbal). En referencia a lo segundo; la redundancia, he dejado algún que otro libro —de los considerados «best seller»— a medias por no soportar la desacertada repetición o el uso excesivo de una palabra o concepto. Es lo que más me molesta. Y cuando veo eso, corriendo recurro a la obra de Virginia Woolf, cuya maestría en el énfasis deja mucho que desear con respecto a lo otro, que suele…

  • universo Dham

    Cuando preguntar a la moneda no sirve

    Me encuentro en una de esas encrucijadas que le quitan el sueño a una persona. No es por cuestiones personales ni reales, sino por culpa del arte, y del artista, por supuesto.       «Los perdedores» avanzaban a pasos agigantados por las páginas de mi procesador de texto a una velocidad de tres mil palabras por día. Sin embargo, tuve que parar a repostar. No fue por mucho, pero, tal vez, el tiempo suficiente para que saltase la chispa de un cambio impreciso. ¿Precuela de «El refugio del tiempo»?. Puede. Ena principio se establece dentro en Dham, aunque por diferente distrito por el que camina la inspectora. No hallarás…

  • nuevos proyectos

    ¿Qué me dices?

    No había más salida, ni otro camino que poder tomar, tampoco podía retroceder. Y con todo, su pretensión: seguir avanzando. El corpulento Nemesio lo encaró. Parecía querer agredirle, mas él ni se inmutó. La oscura noche, tal vez, evitó que ambos mostrasen el miedo que portaban en aquel instante. —Me han hablado de ti, Oriol —se atrevió a decirle—. Sé bien que nadie te llama así. ¿Verdad? —Nemesio lo cogió por el cuello, él no se defendió, solamente prosiguió hablando—. Se te conoce por “hijo del diablo” o Nemesio. Esa fría mirada, esa corpulencia, esa maldad que dicen que tienes —Nemesio, sin hablar, abrió la boca dejando salir su rabia…

  • universo Jota

    LA CARTA (marzo de 2021)

    Estimada doctora, he de comenzar esta carta disculpándome ante usted por no mostrarme de frente, tal y como antes lo hacía. Mi malestar me hace ser incapaz de trasmitir, durante un careo, mi pesar. La conversación mantenida la semana pasada quedó abruptamente interrumpida por mi negativa a someterme a su metodología, nunca me gustó que nadie indagase en mi mente, y mucho menos a través de la regresión, pues considero esta una falsa ciencia. Sin embargo, y atendiendo a su idea; la de ayudarme, he de decirle que por aquí, a través de este método tan rústico y obsolescente como son las cartas, sí soy capaz de contarle aquello que…

  • universo Jota

    CÉSAR TERGOT BANDAVER Y SUS MALAS MANERAS

    La tercera entrega de Jota asoma   Diego Bornos llega a la casa, escucha aquellos fuertes gritos: «más rápido, más rápido, más rápido». La voz de quien grita es inconfundible: César Tergot. Diego, no obstante, intenta averiguar quién es dueño de aquel agresivo martilleo —el choque del calabozo contra la pulida piedra—. Sabe que viene de la cocina. Entra por la puerta principal, atraviesa el jardín, luego el porche. Después escucha el enorme grito de dolor y a continuación el bronco disparo. Diego es poseído por ese tembleque que se le agarra a la mano cuando pretende girar el pomo de la puerta principal. Se vuelve a escuchar el fuerte…

  • PALABRERIA

    La nueva batalla de otra guerra

      Allá que íbamos otra vez, la segunda y definitiva vez —al menos eso dicen—. Otra vez a la lucha de siempre, esa que todos, desde hace más de un año, tenemos. Aunque hay quienes dicen no temer. El enemigo es duro, invariablemente despiadado e invisible. Sabe ocultarse tras cada aliento, tras cada negación, tras cada desacato al orden, al nuevo orden establecido. Yo, como escudero que siempre fui, manejaba las riendas de aquellos que, por la singularidad de la vía, circulaban sin poder rebasar el medio centenar «km/h»; siempre en tercera. La llegada se produjo, sí, pero la… (el muchacho, el escudero, no sabía bien cómo describirlo) piedra, el…

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