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Rememorando la vieja semana
Las cuerdas humeantes del saltamontes sonaban aquella tarde de Dolores. Y, pese a que todavía no habíamos entrado en la vieja semana, el trajín del gentío ya resultaba notable en la ciudad. Me posicioné en el mejor lugar —eso creí—. Pretendía vislumbrar tantísimo esplendor. Aunque juro que no fue fácil, pues antes tuve que realizar una larga caminata y esquivar a esos indeseables que siempre, y quizás de un modo inconsciente, te hacen la jugarreta. Y es que ya, sentado en mi butaca, y viéndolas venir, me acordé de esas; personas que tienen la innata habilidad por oportuna ley de molestar a los demás en cualquier momento,…
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Viajeros al tranvía
Viajeros al tranvía, por Pepe Cantalejo. Ápices de la condición humana: nuestra curiosidad por la cháchara ajena (y viceversa).
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Vuelvo a ser oveja
Vuelvo a ser oveja, por Pepe Cantalejo. Breve relato sobre el buen sindicalista que, hastiado por el sistema, abandona tal posición.
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Pero ¿y los huevos?
A las doce horas de un caluroso día, en la calle de aquel bello y sencillo pueblo serrano, dos vecinas de una misma calle —la cual está cuesta arriba, o cuesta abajo, según desde donde vengas o hacia adonde vayas—, puerta con puerta o pared con pared (eso es lo de menos) encalaban sus paredes y, mientras mojaban sus cañas en el cubo de la cal, sobre temas de huevos hablaban. Pero no de huevos cualquiera… —¡Cómo te digo, Mari! Fue lo que ella contaba cuando ya estaban rotos. Y lo supo cuando cambió aquella cesta de mimbre donde transportaba los huevos. También despachó a la…
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Sordonautas
Seguro que conoces a más de un navegante de esos que no obedece a indicaciones ni explicaciones algunas, por muchas que le des y por mucho que le beneficie. No obstante, no hay que olvidar que aquí, los cabezones somos nosotros; los de a pie. Los que sin entender de cuadernos de bitácoras, estamos dispuestos a perder nuestro tiempo con esta extraña gente que, por más que queramos, nunca lo valorarán. Pero, espera… Sé, sabemos, que ellos, por muchas quejas que arrojen al aire, jamás prestarán atención a las respuestas que les lanzamos ni a otra cosa que no sea su extraño sentir. Entonces es cuando te…
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El desafortunado club ciclista
¡No veas! La cosa está que trina. ¿Recuerdas cuando meses atrás te conté que asaltaron el club de los ciclistas y se llevaron todas las bicis y achaques? Te dije que estas pobres criaturas se sintieron más que ultrajados. Con lo único que se quedaron fue con un almacén vacío que contaba con ese cartel «Club ciclista los desafortunados» encima de la puerta externa donde mostraba el nombre del club. Y poco más. Como anillo al dedo le viene el nombre. ¡Ya te digo! Todo el interior quedó vacío y nadie hizo una pizca por recomponerlo, ni por ayudarles. Solo los socios. ¡Bueno! ¡Sí! Hubo alguno en…
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El síndrome del agua sucia
Por mucho que pase el tiempo, por mucho que avancemos en tecnología, hay cosas que parecen inalterables, y tienden a repetirse una y otra vez. El caso que nos ocupa: el inodoro se atascó. No es algo que ocurra a diario, al menos no lo percibo así, pues siempre se tira de la cadena, cuando se deposita la confianza sobre la tapa, y siempre funciona (más o menos) bien; sin problemas. Otra cosa es que estemos de acuerdo o no con el resultado. Sí, realmente es un hecho que, más bien, sucede muy de tarde en tarde; cuando las pautas de comportamiento ético de siempre (las…