PALABRERIA
-
Cuando el ciego no ve…
Parecía mentira. Qué revuelo se había armado en la sala «qué más da» del juzgado de lo civil del edificio Viapol. Por un lado, la actitud de enfado del juez no daba lugar a esquivos para ninguno de los allí presentes, otra vez el litigio quedó interrumpido. Por el otro, el rostro de incredulidad del pobre acusado; el ciego (que naturalmente era incapaz de atisbar lo que allí se estaba produciendo). Sin más, yo, que muy curioso pero poco intrépido reportero soy, rubricaba el colorido del momento en mi libreta de notas mientras mi hijo reflejaba tantísimo negro en su blanco lienzo. Y en medio de la confusión, con…
-
Tú me has escupido
Hay lugares maravillosos y románticos por los que pasear, pero hay veces en que también los visitamos para desahogarnos. «¡Sí! ¡Tú me has escupido!». Fue lo que escuché mientras me hallaba a los pies de la estatua de Aníbal González y contemplaba la agradable acogida que la Plaza de España ofrece al visitante. Le contaba al arquitecto qué tan magnífico es el monumento, y qué tan idóneo es el lugar para… —y fue cuando en los tortolitos me fijé— incluso el desamor. La pareja caminaba un tanto absorta en sus reproches —que siempre digo que no se puede amar a fuerza de ellos—. Paseaban sin sujeción de…
-
Compartiendo lecho con la mentira
«¡Qué cada perro se lama su cipote!». Es una de las oraciones más empleadas en el ámbito militar. Al menos lo fue durante mi corto trance —9 meses—. Sobre todo, una de las más laureadas por los suboficiales de la compañía de zapadores donde “presté” servicio a mi patria y a mi bandera. «¡Nada, nada!», me dirás. Efectivamente, historias de soldados, uniones y reuniones que van más allá de las birras de la cantina, incluso rebasaron la rapidez con la que desmontaba y montaba su fusil el sargento primero; chusquero, astigitano, con bigote y cara de mala leche, pero que, en realidad, con muy buen corazón. Bizcocho,…
-
No es cosa de magia
Escuchado «Mother», de Michael Bublé, me procuré un raro recuerdo de cuando fui menor de edad —cabalgando a medio camino entre la infancia y la adolescencia— y llegaba a casa después de visitar a mis bisabuelos; todo estaba por hacer. Mi madre, tras la agotadora jornada de trabajo —extasiada quedaba tras el arduo día— se veía obligada a enfrentarse al nuevo reto del ordenamiento diario que siempre, sin más, terminaba quebrándose, y que, como la colina que se ha de reconquistar, otra vez había que recomponer, aunque ello supusiera un serio impedimento para disfrutar de lo poco que le restaba al día para convertirse en noche. En…
-
Ya estamos completos
—Ya estamos completos —dijo el tipo rubio mientras sujetaba la puerta para que aquella no se abriese más, pretendía que yo no alcanzase a ver qué escondía en el interior del local. Me resultó extraño. Todavía faltaba más de una hora para que la función comenzara y el rubio ya la daba por solventada. Miré, más no vi a nadie merodear por los aledaños ni los alrededores de la sala de conciertos, ni en ese momento ni en anteriores. Tan solo la tapia del viejo y destartalado almacén por un lado. Por el otro, el remolque del trailer y unos cuantos de coches vacíos. A ese tipo de aburrimiento había…
-
Rememorando la vieja semana
Las cuerdas humeantes del saltamontes sonaban aquella tarde de Dolores. Y, pese a que todavía no habíamos entrado en la vieja semana, el trajín del gentío ya resultaba notable en la ciudad. Me posicioné en el mejor lugar —eso creí—. Pretendía vislumbrar tantísimo esplendor. Aunque juro que no fue fácil, pues antes tuve que realizar una larga caminata y esquivar a esos indeseables que siempre, y quizás de un modo inconsciente, te hacen la jugarreta. Y es que ya, sentado en mi butaca, y viéndolas venir, me acordé de esas; personas que tienen la innata habilidad por oportuna ley de molestar a los demás en cualquier momento,…
-
Viajeros al tranvía
Viajeros al tranvía, por Pepe Cantalejo. Ápices de la condición humana: nuestra curiosidad por la cháchara ajena (y viceversa).