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¿Qué me dices?
No había más salida, ni otro camino que poder tomar, tampoco podía retroceder. Y con todo, su pretensión: seguir avanzando. El corpulento Nemesio lo encaró. Parecía querer agredirle, mas él ni se inmutó. La oscura noche, tal vez, evitó que ambos mostrasen el miedo que portaban en aquel instante. —Me han hablado de ti, Oriol —se atrevió a decirle—. Sé bien que nadie te llama así. ¿Verdad? —Nemesio lo cogió por el cuello, él no se defendió, solamente prosiguió hablando—. Se te conoce por “hijo del diablo” o Nemesio. Esa fría mirada, esa corpulencia, esa maldad que dicen que tienes —Nemesio, sin hablar, abrió la boca dejando salir su rabia…